El olor a fuego, sangre y humo hizo que abriera los ojos. Celeste no se había quedado dormida, después de tanta espera sus ojos se habían cerrado solos, aburrida de ver el tapiz azul y purpura que tenía al frente.
El humo entraba por la ranura de la puerta y el techo, Celeste miro extrañada y luego una flecha paso zumbando cerca de su rostro, ella se estremeció por el asombro.
— ¡¿Qué fue eso?! —pregunto Celeste.
—No te muevas mucho —ordeno Lucas.
Las flechas atravesaban la madera de las paredes y seguían zumbado demasiado cerca.
La puerta se abrió de una patada y no fueron sátiros los que entraron. Ellos tenían armaduras negras y Celeste pensó que al fin los Cervus había llegado, pero Lucas noto más detalles, no tenían pulseras Cervus.
El humo y el calor entro libremente por la puerta pero ellos pudie