Por Rocío
-Amiga…
Dice volviendo en sí.
-Calmate, ya te vas a mejorar.
-Escuchame…
Dice débilmente.
-Cuidá a mis hijos… si me pasa algo, cuidalos.
-Vas a estar bien, tenés 26 años, sos joven.
-Cuidalos y no permitas que Silvia se adueñe de mi hogar.
Pienso en lo angustiada que debe estar.
Tengo ganas de llorar de nuevo, pero no puedo hacerlo.
-Facundo no permitiría eso.
-Es hombre y ella…
-Ella es una puta vulgar, no pienses en eso.
-Prometelo.
-Te lo prometo, Karen, vas a estar bien.
Ella apenas respira.
No quiero tener que entubar a mi amiga, por favor, dios mío.
-Karen, no te entregues, amiga resistí.
-No puedo.
Dijo, mientras se desvanecía.
-Enfermera, buscá a Ramiro.
Le pedí casi llorando.
-Karen, amiga, tenés que ser fuerte, resistí, por favor, amiga…
Le ruego llorando.
-Estoy acá, con vos, Karen, tenés un marido que te adora, unos hijos maravillosos, amiga…
Le revisé los signos vitales.
Llegó Ramiro, estaba tranquilizando a su hermano.
Me miró sin comprender que estaba sucedie