9. La Promesa Sagrada
- Está refrescando - dijo el Alfa- Te dejaré sola en tu habitación para que puedas descansar.
El Alfa, con brazos cruzados, se dio media vuelta y se dispuso a salir de la habitación de Andara. Cada vez era más difícil mantener la distancia de ella. Pero se detuvo en seco frente a la pregunta que escuchó de su boca.
- ¿Qué es lo que debo hacer?
Confundido, pensó un momento la respuesta mirando hacia la puerta. Pero no entendió a qué se refería.
- ¿Lo que debes hacer para qué?
- Para que me diga el secreto.
El Alfa se giró de vuelta hacia la chica y se quedó frente a ella, viéndola hacia abajo. Su altura lo obligaba a hacerlo.
- ¿De qué secreto hablas, humana?
Andara no sin sonrojarse en extremo, se acomodó un mechón rubio detrás de la oreja y el Alfa pensó de inmediato en lo hermoso que sería verla con los pendientes de diamante de su madre.
- El secreto de su nombre. Vivi me dijo que su nombre es algo que pocos saben y que solo usted puede revelarlo. Me... me gustaría llamarlo por su