Capítulo 313
Aunque hoy era el día en que Juan finalmente saldaría su cuenta con la familia Ortiz, él no mostró ninguna preocupación.

Como de costumbre, desayunó lo que Elena había preparado para él. Luego le pidió que se recostara por un momento para darle un masaje completo, ayudándola a relajar los músculos poco a poco y mejorar así la circulación sanguínea.

—Elena, ¿cómo te sientes ahora? —Juan se arrodilló a su lado y le preguntó, mirándola con una sonrisa.

—Me siento mucho mejor. Mis piernas solían dolerme todo el tiempo, pero gracias a tus suaves masajes de estos últimos días, ya no siento ningún dolor— respondió Elena con una mirada de satisfacción.

Sabía que todos sus esfuerzos del pasado no habían sido del todo en vano. Este joven era alguien muy agradecido y con un alto sentido de la gratitud.

Juan, a pesar de vivir en una mansión de lujo y de tener todos los medios suficientes para que alguien más cuidara de Elena, continuaba masajeándola diariamente sin quejarse.

Con una sonrisa, Juan
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