Con una expresión feroz y una emoción sanguinaria en su mirada, Eladio dijo con frialdad: —Sabes, te devuelvo las mismas palabras.
Juan, sin mostrar ninguna emoción, respondió simplemente: —Créeme, lo mismo te digo.
—Ya basta de tantas charlas— interrumpió Aníbal con un gruñido —Diego, te daré una última oportunidad. Si la familia Ares se somete en este momento a la familia Ortiz, hoy te perdonaremos la vida.
—De lo contrario, todos ustedes morirán hoy, y sin ti, destruir la familia Ares será simplemente un juego de niños para nosotros.
—¡Qué arrogancia! Quiero ver cómo piensan asesinarnos— Patricia exclamó con furia.
—Si vamos a luchar, hagámoslo de una vez. No hay necesidad de más palabras— dijo Diego, con el rostro sombrío.
Para él, era impensable que la familia Ares se sometiera a la familia Ortiz.
—Bien, si insistes en oponerte a mí, no me culpes por lo que venga— dijo Aníbal, su voz se tornó siniestra. Luego se volteó hacia el joven vestido con un traje de entrenamiento negro qu