—Santiago, no te preocupes, nadie lo contará. Puedes hablar con absoluta confianza, aseguró David, golpeándose con fuerza el pecho.
Todos aceptaron con entusiasmo.
Fermín, viendo esto, aclaró su garganta y comenzó: —Conocí al presidente hace medio mes. En ese preciso momento, él acababa de tomar el control de la empresa y estaba bastante perdido. Me invitó a beber para pedir mi consejo.
—Al principio, no quería ir, pero no pude resistir la insistente invitación del presidente.
Dicho esto, miró a todos con una expresión muy orgullosa: —El presidente, para invitarme, envió un helicóptero a recogerme y me llevó directo a su mansión, que vale varios millones de dólares. Me recibió con un delicioso vino tinto que había estado guardado durante años, con un valor de más de un millón.
—¿De verdad?
David y los demás se enderezaron, emocionados.
—Por supuesto que