—Lo que yo decía, gente de esa edad, ya con una cultivación bastante avanzada, ¿cómo es que también tienen un talento tan impresionante para la alquimia? ¡Claramente están engañándonos a todos!
—Es cierto, este tipo de comportamiento es una falta total de respeto a nuestra Secta de la Medicina. ¡No merece quedarse aquí! ¡Echémoslo de inmediato afuera!
—¡Gran Anciano, expúlsalo!
—¡Expúlsalo!
De repente, todos los discípulos de la Secta de la Medicina comenzaron a gritar en protesta.
Los ancianos, con expresión de desaprobación, rodearon a Juan.
En ese preciso momento, ni siquiera Atanasio se atrevió a intervenir, pues las palabras de Claudio, aunque duras, tenían un fundamento razonable.
Juan, al ver la caótica situación, no intentó defenderse ni discutir. Simplemente, miró a Claudio con frialdad y dijo: —Si eres un Forjador de Elixires, deberías ser capaz de reconocer si esta píldora fue preparada por mí ayer o no.
Sin embargo, las palabras de Juan fueron ignoradas al instante por Clau