75. Haremos lo que sea necesario
Alessia se despertó con un fuerte malestar mañanero, que la obligó a correr hacia el baño, donde vació lo poco que había comido la noche anterior. Apenas había dormido, con los ojos hinchados y una punzada constante en las sienes, pero el malestar no se limitaba a su mente.
Se dejó caer en el suelo frío del baño, sosteniéndose la frente con la mano temblorosa. Su cuerpo estaba agotado, y su alma, aún más. Entre los malestares del embarazo y el peso de todo lo que había ocurrido con Noah, no sabía cómo enfrentar el día.
Su teléfono vibró en la mesa de noche y mostró una notificación de un mensaje. Pensó en ignorarla, pero cuando se arrastró de vuelta a la cama y la revisó, sintió una punzada en el pecho: era un mensaje de Noah.
Noah: ¿Estás bien? Salgo a ver a Gia ahora. No dormí nada, pero estoy decidido a resolver esto, aunque siento la cabeza embotada, que no veo solución a nada.
Ella cerró los ojos con fuerza y reprimió las lágrimas. El dolor de su pecho no era solo por la tristez