Abril, 09
Abro los ojos aún adormilada, las ganas de ir al baño y mi estómago vacío me han despertado. Me muevo un poco en mi lugar hasta quedar boca arriba, a mi derecha puedo ver a Damián y Mía, ambos están dormidos, ella está sobre él y él la rodea con uno de sus brazos.
Sonrío y mi corazón se llena de nostalgia.
Sin más me bajo de la cama sin ser muy brusca, tomo el celular en mi mesita y miro que la hora está sobre la media noche. Bajo de la cama y empiezo a caminar hacia el baño. Hace un rato creí que me daría un infarto ¡Dios mío que quería tomar a esa niña y meterle un millón de trapos en la boca para que dejara de hablar! Y él muy maldito aprovechándose de su inocencia para sacarle información.
Abro la puerta del baño, entro y cierro.
Por un momento pensé que perdería la calma, que me saltaría encima e iba a matarme ahí mismo sin importarle en lo absoluto que nuestra hija estuviera allí, y es que él maldito me veía con la cara más intimidante que tenía. ¡Claro! Como si él est