Damián Webster.
Tan pronto como me mira entrar se estira sobre los brazos de su mamá y yo la recibo gustoso en los míos, se abraza con fuerzas a mí mientras su cuerpecito se estremece en mis brazos por los pequeños sollozos que abandonan su garganta. La abrazo, acaricio su cabecita y la consuelo, no me gusta que llore, detesto verla llorar.
Ámbar me mira mal, con el ceño fruncido y profundas ganas de envolver sus manitas en mi cuello y ahorcarme. Está celosa, la presencia de Violet en casa no le ha agradado ni un poco, pero que se joda, no me interasa lo que le agrade, la traidora es ella.
—Ya, amor— susurro a la niña para que deje de llorar, ella se separa un poco para mirarme— todo está bien, ya estoy aquí — le sonrío y limpio con el pulgar una de sus sonrojadas y húmedas mejillas.— Vamos a jugar— propongo sonriente y hago ademán de irme con ella a otro lugar dónde no haya traidoras cerca.
Pero su voz llorosa me detiene.
—¡No!— dice y la miro con confusión.
Miro a Ámbar con enojo, l