Noviembre,11
Damián.
—Buenas noches, señor.— saluda Lennyn cuando llego al edificio y me adentro al recibidor.
Lo miro y paso la vista a los otros dos únicos guardias que trabajan con él.
—Buenas noches.— saludo empezando a quitarme la chaqueta del traje.
—Necesita que nos quedemos aquí o qué subamos y hagamos guardia en el penthause.— pregunta y volteo a mirarlo una vez más.
Aprieto los labios y niego.
—Puedes irte a tu casa, Lennyn.— le digo.— Y ellos también.
—Señor...
—Pueden regresar mañana, no los estoy echando.— aclaro y sonríe empezando a asentir.
—Muchas gracias, señor, y disculpe.— asiento y empieza a andar hacia sus compañeros.
Entiendo su miedo a perder el trabajo, y es que hace unos meses despedí a todo el personal de suguridad privado, y sí él está aquí es porque pidió no ser despedido alegando que estaba por tener otro hijo y necesitaba el trabajo.
Ya no necesitaba guardias, pues no tenía a nadie a quién cuidar, pero aún así le dije que podía quedarse con tres de sus ho