5
Busqué a Malka para salir con ella hacia nuestra casa, luego de eso iría a la policía a establecer una denuncia por acoso hacia mi profesor. Mi amiga y Jhon estaban juntos, y cuando me vieron estos se colocaron nerviosos, como si me estuviesen ocultando algo.
—¿Ya nos vamos? —preguntó inmediatamente.
—Sí—, solté mirándolos extraño.
—¿Qué hacías con el profesor Roberto? —Jhon habló y siento que en sus palabras hay veneno. Solté una risa sarcástica.
—¿Y este interrogatorio por qué?
—Dime Victoria, ¿Porque ese hombre y tú estaban encerrados? —tomo mi brazo y me zarandeó, su agarre me dolía.
—¿Qué te sucede, Jhon? —me estaba dando miedo—¡Él solo está preocupado por mis notas! —mentí al ver que todos los estudiantes nos estaban viendo.
—¿Tus notas? —hizo una mueca—¡Tus notas y te besó en su oficina! —mis ojos se cristalizaron por sus palabras, él nos había visto.
—Yo…—no sabía qué decir, Malka solo miraba la escena. —No es lo que piensas, yo necesito ayu…—Mi amigo me soltó se golpe.
—Mijail te matará si sabe esto—, no entendía sus palabras.
—¿Mijail? ¿Qué tiene que ver ese bastardo en esto?
—Él te ha reclamado como suya, Victoria, lo siento, pero, esto es mayor que yo—. Dicho esto, se marchó dejándonos a Malka y a mi solas. El trayecto a casa fue silencioso no podía creer que mi mejor amigo de toda la vida esté de parte de ese mal nacido.
Malka decidió ir a su casa descansar luego de un día tan duro como este; me recosté en mi cama apenas llegué y sin previo aviso me quedé dormida.
Mi teléfono comenzó a sonar de un momento a otro, haciendo que maldijera a quien fuese que me estuviese llamando, a mitad de mi hermosa siesta.
—¡Quien sea, hable ya! —puede escuchar un gruñido del otro lado de la bocina.
—¿Por qué no respondías el teléfono? —era Roberto quién me estuvo llamado, me senté corriendo en el borde de mi cama.
—Yo, lo siento ¿Cómo estás?
—Te llamo para confirmar nuestra cita.
—Eh… si claro—, ¡Mierda, tengo que ir a la policía! nos quedamos callados por unos segundos.
—Victoria…—susurró.
—¿sí? —respondí.
—Yo… creo que me he enamorado de ti, como un jodido niño—siento elefantes en mi estómago, elefantes que me están asfixiando por lo perturbador que se siente todo esto.
—Roberto yo creo que…siento lo mismo que tú…
Necesitaba mantenerlo distraído.
—¡¿Enserio?!—gritó eufórico.
—¡Si! —contestó cerrando los ojos e intentando no ahogarme.
—Bueno hablemos de esto en persona, pequeña.
—¡Claro! —Salí de mi cama en busca de mis llaves para dirigirme hacia la estación de policía.
—Victoria…
—¿Sí?
—Recuerda que tengo tus fotografías… —Corrí hacia mi ventana y la cerré cuando una extraña sensación me invadió—, si pretendes engañarme, toda la escuela se enterará de lo zorra que eres…
La llamada terminó.
Comencé a llorar desconsolada, sola, aturdida, sin saber que hacer. Si ese hijo de puta se enteraba que fui a denunciarlo a la policía, no sólo me mataría, sino que también dañaría a mi familia. Mi corazón comenzó a palpitar con demasiada fuerza e insistencia.
Corrí hacia el primer piso y activé todas las alarmas de la casa; ahora mismo no podía ir a la policía, ya que lo había pensado mejor. No tenía pruebas que incriminaran a ese bastardo, así que lo mejor que podría hacer ahora mismo, era adentrarme en su juego para luego darle la estocada final.
Me recosté sobre el sofá que se encontraba a mitad de la sala, mi cabeza le daba vueltas, así que miré el reloj de pulsera en mi mano derecha. Ya eran las ocho y treinta de la noche y Roberto no llegaba. Caminé hacía la cocina, bebí algo de jugo de manzana y cuando me di cuenta, él jamás llegó.
Al día siguiente mi padre me dejó en la entrada de la escuela, no tenía ánimos para nada. Jhon estaba esperándome, y su mirada se encontraba apagada como si no hubiese dormido mucho, solo me observaba de soslayo, prestando atención a cada cosa que hacía, al entrar al plantel pude escuchar sollozos y gritos de los alumnos, estaba tan confundida. Malka me tomó de la mano para ir a buscar de donde y porqué venía aquel escándalo.
Al llegar al pasillo, los gritos venían de la oficina de Roberto, entré como pude entre la multitud, abriendo paso para que me dejaran entrar, lo que vi hizo que mi corazón se detuviera por unos instantes.
Roberto se había suicidado…
Caí tirada al piso, entre en pánico, Malka trató de levantarme, pero, sentí que me hacía falta el aire, no podía con esto, no entendía, ¿Porque me citó si se suicidaría? ¿Por qué?
Salí corriendo de aquel lugar mis lágrimas salían por sí solas, pero, mi llano no era de tristeza, me sentía culpable de este alivio que perforaban mi alma. El hombre que intentó hacerme daño, ahora estaba muerto.
Mi teléfono comenzó a vibrar dentro de mi bolso, y aturdida tomó la llamada.
—¿Hola? —solo escuchaba una respiración agitada del otro lado de la bocina—¡Hablen maldita sea! —grité mirando hacia todos lados
—Te dije que serias solo mía—, tragué seco. Pude sentir a alguien detrás de mí, y de repente un pañuelo en mis fosas nasales. Perdí el conocimiento.