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Después que Mijail y Francesco acordaran algunas cosas, nos dispusimos a viajar a una de las propiedades desconocidas para mí de la familia Volkov, el ruso compró comida para el camino, haciéndome entender que nos demoraríamos una eternidad hasta llegar al lugar misterioso.
Podía ver los grandes edificios de la ciudad a través de los cristales del coche; como era fin de semana los clubes estaban llenos de personas jóvenes divirtiéndose, luego de unos minutos el Audi negro de Mijail comenzó a s