En la mesa, Diego no hizo más que mirarme como un bobo.
— No me veas tanto que me siento incómoda, el embarazo no me tiene muy bien que digamos, mi cara de fantasma es decadente — Dije llevando el bocado de comida a la boca con suma vergüenza
— Eres preciosa, Lisa, la palidez de tu cara remarca el color de tus ojos y tus pecas, tu cabello se vería mejor corto — Contestó dejándome anonadada
— Debes revisar tus lentes — Contesté insegura de esas cualidades, aunque lo del cabello me pareció una buena sugerencia
— No miento, en verdad eres muy linda, si gustas yo mismo podría cortarte el cabello, estudié estilismo cuando era joven — Explicó
— Eso sí lo acepto, los piropos no — Contesté agradecida por su disposición — ¿Y qué más escondes? ¿Eres pintor, músico o poeta? — Interrogué asombrada
— No, solo estudié estilismo cuando era joven como he dicho, ya sabes hay épocas en las que deseamos ser todo para después enterarnos que no somos nada — Explicó apesarado
— Jum, dímelo a mí, que