A unas pocas cuadras de la Universidad de Juilliard, había una cafetería en donde Aye, esperaba impaciente a que su mejor amiga Sonia llegara. Luego de lo sucedido con Dylan, ella no había hablado con él, no atendió sus llamadas y lo evadió en todo momento. De eso ya habían pasado tres días y no sabía cuánto más podía llegar a mantenerse así. Necesitaba hablar con urgencia con su amiga, que la ayudara a saber qué paso dar, necesitaba imperiosamente un consejo y ella era la única a la que podía recurrir.
Cuando la mesera le sirve su segunda taza de café, Sonia aparece trotando y agitada.
—Lo siento, lo siento —se disculpa al tiempo que toma sentimiento en la silla vacía frente a su amiga—. Me atrasé con los arreglos en la galería. Puedes creer que ahora quiere joderme el evento una maldita fuga en el sótano —habla casi sin respirar y sin dejar que Aye pudiera meter un bocado en toda su diatriba—. Estoy acelerada, ¿verdad? —expresa soltando el aire.
—Un poco —Sonríe Aye.
Sonia la observ