Capítulo 5

—No enloquezcas —le pide Aye.

—Debe ser una broma —refunfuña el morocho—. ¿Qué no enloquezca? ¿Te vas a otro país y no tengo que enloquecer? Eres una niña, no puedes viajar sola, más al otro lado del mundo —suelta con enfado.

—En realidad, no es tan lejos como —se calla abruptamente cuando ve a Noe negar con la cabeza.

—Me imagino que tus padres deben estar echando humo por las narices —Gaby comienza a caminar de un lado a otro sin parar.

—De hecho, ellos —La joven comienza a balbucear—… están felices por mí —habla en voz baja.

—Acaso perdió un tornillo? —se queja el morocho—. Eres una niña, ¿qué m****a les pasa? —masculla pasándose las manos por el pelo.

—No soy una niña, ya tengo 18, soy mayor de edad —se defiende Aye.

—Eres una niña, no puedes viajar sola a otro país.

—No soy una niña, ya tengo 18 —Aye se levanta de su silla y enfrenta a su tío—. Voy a viajar sola —dice enfatizando la última palabra— a otro país y estudiar lo que yo quiero, forjar mi futuro a mi semejanza. Así que supéralo —dicho eso se gira y sale de la casa de tío hecha una furia.

—Eso fue ilustrador —murmura Noe divertida.

—No digas nada —le advierte y sale tras Aye—. ¿Supéralo? ¿En serio? —grita llegando a ella—. Qué estúpida palabra —se queja ya estando a su lado—. Si piensas que con esa palabra te libraras de mí, estas muy equivocada jovencita Sigue hablando igualando el paso de Aye—. No voy a superarlo, ni de chiste. Eso nunca, jamás. Diablos, en serio odio esa palabra. ¿Por qué las mujeres siempre dicen eso? ¿Acaso es una especie de código entre ustedes? ¿Es una palabra de doble sentido? Porque, la verdad, es una m****a esa palabra, siempre me hacen callar con esa palabra.

—No pareces muy callado —murmura Aye.

—Debe estar perdiendo efecto en mi —masculla el morocho—. Como sea, estoy rodeado de mujeres tercas, necias, obstinadas, mujeres que me vuelven loco. Esto debe ser algo del karma —Eso hace reír a Aye—. ¿Qué es lo gracioso? —interroga con el ceño fruncido.

—Tu diatriba —responde ella sonriendo.

—Mi qué? —pregunta confundida, la detiene y luego sacude la cabeza—. No importa. Esto es absurdo, estás haciendo todo esto por el chico "me-voy-a-Italia-a-salvar-el-mundo". Mira, yo he pasado por eso, pero huyendo no te va a ayudar en nada, por más que te vayas a otro país para escapar de las cosas que te recuerdan a él, no vas a poder escapar de los recuerdos y sentimientos, esos te perseguirán siempre. Solo tienes que superarlo —Sonríe con la última palabra.

—¿No que odiabas esa palabra? —se mofa la joven.

—Estoy hablando el idioma de ustedes —se jacta—. A ver si entiendes —dice más bajo.

—Tío, no me voy por ningún chico, me voy porque es mi sueño poder estudiar arte y danza en la universidad más importante del mundo en esas profesiones. Solo tienes que apoyarme, yo sé que puedo hacerlo —esboza la joven con esperanza y Gaby suspira.

—Tienes que hablar en inglés —le hace saber el morocho para buscar escusas para que no viaje.

—Sé inglés, alemán e italiano —expresa levantando la barbilla con soberbia.

—Presumida —masculla el tío y luego apoya su brazo en los hombros de Aye obligándola a caminar de nuevo—. Es un lugar lleno de gente que no conoces.

—Lo sé, pero soy buena haciendo amigos —se jacta ella.

— ¿Cuándo te vas? —pregunta finalmente.

—En un par de semanas —le responde.

—Voy a matar a tus padres. No. Voy a torturarlos y luego matarlos y luego revivirlos y luego torturarlos y matarlos de nuevo y así sucesivamente hasta que digiera que ya no estás.

Aye ríe antes eso.

—No harás eso —dice riendo.

—Ah, ¿no? —bromea él—. Ponme a prueba y veras —Ella ríe—. Vas a cuidarte, ¿verdad? —le pide unos segundos después.

—Claro que sí. Se pelear, ¿recuerdas? —comenta elevando de nuevo la barbilla.

—Obvio, yo fui quien te enseñó —entona con orgullo el morocho.

—Y sabes que lo hago bien —canturrea ella.

—Y eso ¿qué se supone que significa? —cuestiona el morocho.

—Que te he hecho morder la lona —contesta con superioridad.

—¿Por qué todas las mujeres dicen que me patean el culo? —pregunta quejándose—. Debo dejar de ser tan condescendiente —se responde así mismo negando con la cabeza.

—Ahora eres condescendiente, si como no —se burla ella.

—Vamos a tomar ese helado que usaste para extorsionarme antes que me arrepienta y te encierre en la torre más alta que encuentre —exclama con un poco de sinceridad.

—Ojalá el bebé que esperan no sea una niña —se compadece ella.

—Ay, no por Dios, ojalá que no. No lo soportaría —Lloriquea el morocho haciendo reír a la joven—. Ya hay suficientes mujeres en mi vida atormentándome, no necesito ni una más.

Ambos se miran y riendo siguen su camino hacia la heladería más cercana.

Luego del helado y de escuchar todas las sugerencias y consejos de su tío, y por supuesto de remarcarle unas mil veces que va a estar bien, Aye regresa a su casa bastante cansada, no es fácil lidiar con su tío, ella lo sabe bien y sinceramente espera que el bebé que está esperando Noe no sea una niña, si es así le espera un lindo dolor de cabeza por el padre que le va a tocar. Ante ese pensamiento ella sonríe, su tío puede ser un obsesivo protector, pero es el mejor hombre «además de su padre», que ha conocido en su vida. El amor que ese hombre puede dar a sus seres queridos es inconfundible. Luego de quitarse el calzado se dirige hasta la cocina buscando a su madre, encontrándola preparando café.

— ¿Cómo te fue? —se interesa al verla llegar.

—Difícil —responde la joven—… Al principio, pero luego todo mejoró —reconoce.

—Sí, Gaby es complicado —concuerda Lina—. ¿Y qué te dijo? —curioso.

—Qué iba a torturarlos hasta matarlos y luego revivirlos y torturarlos hasta matarlos de nuevo y así sucesivamente —le responde con diversión.

—Imagino que esa fue la parte difícil —entona su madre—. ¿Y la parte fácil, cuando llega?

—Tomamos helado y me cansé de escuchar sus consejos y sugerencias —responde Aye sentándose y tomando el café que le tiende su madre.

—Creo que fácil no está en el vocabulario de Gaby —suspira Lina.

—Pensó que me iba por Mateo —confiesa ella.

—¿Y por qué pensó eso? —Indaga Lina.

—No lo sé —contesta Aye elevando los hombros.

—Y no te vas por él, ¿cierto? —pregunta a su madre.

—No, no —se apresura a decir—. Me voy porque es un sueño que quiero cumplir, no tiene nada que ver con él.

—Segura? —insiste Lina—. No quisiera que te alejes de todos por un chico.

—Segura, mamá, no es por él —responde Aye—. Admito que no lo olvidé, pero esto lo hago por mí, no por él —confiesa con seguridad.

—Está bien —asiente Lina—. Quizás te enamores de alguien más estando allá y te haga olvidar de Mateo —sugiere.

—No voy en busca de enamoramientos, voy a estudiar —expresa la joven.

—Puedes hacer las dos cosas —entona en tono cómplice.

—Ya la escuchaste —se escucha desde la puerta de la cocina y ambas dirigen la vista allí encontrándose con Alex—. Ella va a estudiar, no a encontrar chicos. No le metas cosas en la cabeza —reprende.

—Sí, señor —se burla su mujer.

—Hablo en serio —advierte él—. O va a estudiar o me voy a poner del lado de Gaby. Estoy muy seguro que habrá sugerido encerrarla en algún lugar.

—En la torre más alta que encuentre —habla Aye.

—Ves —le dice Alex a su mujer mostrando una sonrisa torcida y elevando una ceja.

—Bien, bien —se rinde Lina—. Nada de enamoramientos. 

—Gracias —entona Alex satisfecho y venta de la cocina.

—Enamórate en silencio —le dice Lina en voz baja haciéndola reír.

Aunque a Aye le causara risa la complicidad de su madre, duda muchísimo que pueda volver a enamorarse, no es que no quiera hacerlo y sacarse de una vez por todas a Mateo de la cabeza, pero justamente ese era el problema, Mateo no solo estaba en su cabeza, sino también en su corazón, en cada poro de su cuerpo. No iba a ser fácil quitarlo u olvidarlo como dicen todos. Pero obviamente iba a tratar y la mejor manera que conoció para alejar a Mateo de su cabeza, era estudiando o teniendo actividades extracurriculares. Por lo tanto, eso era lo que iba a hacer en cuanto pisara el campus de Juilliards.

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