Capítulo 25: Pídeme perdón cuando estés en el infierno.
Él se quedó viéndome con una seriedad que me hizo estremecer, sus ojos profundos reflejaban una mezcla de preocupación y cariño.
Me refugié entre sus brazos, buscando consuelo en su abrazo fuerte y reconfortante mientras mi corazón latía con fuerza, casi como un eco del suyo. Sentía su pecho subir y bajar en un ritmo tranquilo y constante, una melodía hipnótica que me tranquilizaba en medio de la incertidumbre.
Me dejé envolver por su calidez, por la seguridad que emanaba de él, y poco a poco me dejé llevar por el sueño, sintiéndome protegida y amada.
Al despertar, alrededor de las 7 de la tarde, me sorprendió gratamente descubrir que había tenido la mejor noche de sueño en mucho tiempo.
La sensación de estar junto a él, de sentir su presencia reconfortante a mi lado, había disipado mis preocupaciones y me había permitido sumergirme en un sueño profundo y reparador.
Después me llevó a casa de Gabriel.
Avancé sola hacia la casa, sintiendo un ligero cosquilleo de nerviosismo en el est