Misión, ¿complicada?

El dolor en el pecho hizo que Adeline despertara. Confundida, lentamente se incorporó para reconocer su entorno. Cuando su visión se volvió más clara, notó que se encontraba en una habitación desconocida, pero lo bastante cómoda e iluminada.

—¿Dónde estoy? —murmuró.

En ese momento entró una mujer con ropas sencillas, quien al ver a la emperatriz levantada, se apresuró y dijo preocupada.

—¡Majestad! ¡Ya está despierta! ¿Cómo se siente? ¿Le duele algo? ¿Quiere que llame al médico?

Tantas preguntas aturdieron bastante a la joven, que apenas pudo responder:

—Eh, bueno… yo me siento bien… creo.

La mujer, no convencida con esta respuesta, volvió a insistir.

—¿En serio se siente bien? ¿No le duele la herida?

Cuando la señora señaló esto, Adeline se llevó la mano al pecho y el dolor le recordó lo sucedido durante la crisis en Tirón.

—¿Cuánto dormí? —preguntó repentinamente.

—¡Oh! Bueno, estuvo inconsciente toda la noche, hasta ahora —contestó la diligente mujer.

—¿Qué ocurrió con los soldado
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