La intromisión de Damien sorprendió a ambos, en especial a Azabach, que no entendía a qué se refería con la frase “capaz de matar a su propio hermano”. En tanto, Ashal resopló de fastidio, para después defenderse.
—No sé por qué sigues acusándome de la muerte de Ovidio, ya te dije que jamás me atreví lastimar a mi propia familia. —Luego se dirigió a Azabach y continuó diciendo—. Sobre el paradero de tu padre, él está resguardado en una casa de seguridad ubicada a las afueras de la ciudad, junto al río. Puedes estar tranquila de que él está bien protegido de cualquiera que intente atacarlo o raptarlo para sus propios intereses.
Esto último lo resaltó en referencia al duque del Norte.
Azabach no dudó de las palabras del emperador y entusiasmada, señaló.
—Agradezco su sinceridad, majestad. No hay duda de que usted sí cumple sus promesas. —Tras decir esto, se acercó a Damien y dijo con frialdad—. Supongo que ahora que estás de pie, tienes otros planes, ¿no es así?
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