Adeline sintió que su mente estalló al escuchar tal respuesta incongruente. Realmente le parecía increíble que ese hombre impasible fuera el mismo que aparecía en la novela que había leído antes de entrar a ese extraño mundo.
—¡¿Qué dices?! —comenzó a exclamar con contrariedad—. ¿Te casaste conmigo para tenerme como un adorno?
Este cuestionamiento sorprendió bastante a Ashal, que intentó justificarse.
—¡No! No quise decir eso, en realidad…
—¡Basta! De seguro en el pasado las concubinas de tu harén eran capaces de complacerte mejor en la cama y ahora piensas que soy incapaz de hacerlo ¿no es así?&mdas
—Es una broma, ¿verdad? —señaló Gérard con incredulidad.Ashal resopló con malestar al ver que su amigo no comprendía su situación y replicó enfadado.—¿Cuándo he bromeado contigo?Como el emperador lucía serio, Gérard intentó aguantar la risa y respondió:—Nunca, pero… me parece increíble que digas algo así.La actitud de su merolico asistente enfadó más a Ashal, que volvió a su trabajo para no seguir hablando más del tema.Al ver que su amigo se había enfadado con él, Gérard se discul
Las asistentes de Adeline se acercaron para escuchar lo que ella les diría, entonces la joven emperatriz dijo repentinamente.—¿Alguna de ustedes conoce las drogas que despiertan la líbido?Cuando ella mencionó esto, las mujeres se miraron entre sí con una mezcla de asombro y vergüenza, mientras que algunas inmediatamente negaron con la cabeza. Al ver sus expresiones, Adeline exclamó sorprendida.—¿Por qué tienen esas caras? ¿Acaso en el imperio está prohibido el uso de esas drogas?Ante este cuestionamiento, Annie tomó la palabra.—Discúlpenos, mi señora. En realidad no tenemos idea de que exista algo así,
Al anochecer, Adeline se dirigió al comedor para cenar con su marido. Como aún no tenía noticias de sus asistentes, se sentía ansiosa por saber si ellas habían conseguido lo que ella les había encargado. Mientras caminaba, se dirigió a Annie.—¿Sabes algo de Ina y Genie?—Aún no, mi señora. Hace más de tres horas que salieron y aún regresan —respondió la angustiada mujer.—¡Ains! Esperaba que ellas ya hubieran regresado antes de la cena —añadió con desánimo.Después de esta breve charla, la emperatriz y su séquito siguieron avanzando en silencio. Cuando llegaron a la puerta del comedor, se toparon con las ausent
Como todas las noches, el tirano gobernante de Mont Risto apareció ansioso por devorar a su frágil presa. Adeline, quien apenas se recuperaba del encuentro anterior, miró con terror como de nuevo su esposo volvía por más.—A… A…. Ashal… ¡por favor! Esta noche… solo durmamos —suplicó la joven, temerosa ante la enorme figura de su figura.Ignorando la desesperada petición, el insaciable hombre miró perversamente a su víctima y respondió con cinismo.—Tranquila, hoy puedo ser más delicado que anoche.—¿Qué? Por favor… hoy no… me duele… —insistió con desesperación Adeline, cuyo dolor se r
—¿Qué acaba de decir? —murmuró Adeline sorprendida y al momento guardó aire para esperar el siguiente movimiento de Ashal.«¡Al fin! ¡Al fin! ¡Al fin! Esta noche Ashal me hará suya. Ya de imaginarlo, comencé a calentarme», pensó entusiasmada.Sin embargo, sus esperanzas se esfumaron cuando escuchó los profundos ronquidos que resoplaban en su oreja. Indignada, exclamó.—¿Qué? ¿Está dormido? ¡Arg! Esto no puede ser cierto, sólo me entusiasmé para nada. ¡Carajo! Definitivamente estoy destinada a morir virgen.Frustrada, intentó apartarse de Ashal, pero este la apretó con más fuerza de la cin
«¿Cómo sabe del té? ¿Acaso este tipo fue quien cambió el contenido de la jarra y por eso a Ashal no le surtió efecto la droga?», pensó Adeline con recelo.Damien mantuvo su expresión serena, confiado de que la emperatriz consorte accediera a su solicitud, luego de “exponerla” con el asunto del té.Annie sospechó que el general Chevalier había sido quien cambió el contenido del líquido, por lo que inmediatamente se acercó a su señora para susurrarle al oído.—Señora, ¿qué piensa hacer?Esto hizo que Adeline recuperara la compostura y, tras hacerle un gesto a su asistente para que se tranquilizara, respondi
Ashal imaginó lo peor cuando su esposa mencionó que Damien la había abrazado, que se dirigió a la puerta para demandar una explicación. Al ver que su marido se marchaba furioso, Adeline corrió para detenerlo.—A… Ashal… ¿A dónde vas? —preguntó angustiada.—¡Quiero saber qué te hizo ese hombre! —exclamó celoso.—¡Déjalo así! —pidió Adeline asustada, que en el fondo temía que Ashal se enterara lo ocurrido con el té si iba con el general Chevalier—. Realmente no fue gran cosa… Me asusté mucho con su repentino abrazo, porque no le di motivos para que se propasara conmigo… la verdad no quiero tenerlo cerca de mío&hel
Cuando Ashal le preguntó si se conocían desde antes, Adeline sintió pánico por haber hablado de más, ya que según la trama de la historia, la protagonista vivió recluida en la casa de la familia Laval, sin ningún contacto con el exterior, hasta que su padre le ordenó que debía casarse con el emperador como pago por una deuda.«¡Maldita sea! ¿Qué estoy diciendo? Mi yo del pasado lo recuerda por esa novela, pero no la protagonista original», pensó nerviosa y de inmediato mintió:—¡Claro! ¿Quién no conoce al gran Ashal? Desde antes había escuchado historias de ti.Para fortuna de la joven, el emperador creyó en su respuesta y tras suspirar pesadamente, añadi&