DOUGLAS WARD
Cuando salí de la oficina de mi padre, me sentía como un hombre al que le han arrancado el corazón. Me sentía sin vida, vacío. No veía la necesidad de continuar. Solo quiero morir.
Creí que tenía el control de la situación, pensé que controlaba todo, pero... él ganó esta partida.
Estaba en un abismo, sin tener a dónde moverme, bloqueado. Él me tenía acorralado y no había escapatoria. Un dolor que nunca antes había sentido me golpeó el pecho. No era un dolor físico; ni siquiera me sentí así cuando murió mi hermano. Sentí dolor, rabia, culpa, pero nada comparado con lo que sentía ahora. Era como si me hubieran arrebatado la esencia misma de mi vida.
Mi vista se nubló cuando abrí la puerta del auto y entré. No pude contener las lágrimas y dejé que cayeran mientras apoyaba la cabeza en el volante.
¿Cómo pudo hacerme algo así? Él era mi padre y debería importarle lo que me hace feliz, pero obviamente no le importa. Solo le importa lo que él quiere y las formas de lograr sus ob