Enzo
Me despierto cansado, no pude dormir nada en la madrugada. Me levanto y voy al vestidor para sacar unos jeans negros y una camisa blanca. Busco un bóxer y luego me dirijo a la ducha. Dejo que el agua recorra mi cuerpo, disfrutando de la sensación relajante del agua fría en mis músculos bien trabajados. Salgo de la ducha y me seco, luego me visto y salgo de mi habitación.
Camino hacia la habitación donde duerme mi compañero y toco la puerta. Puedo escuchar que está hablando por teléfono.
— Voy— dice, y escucho sus pasos mientras abre la puerta. Es Oliver, su expresión es un enigma.
— Puedo pasar — le pregunto, y él se retira un poco más para dejarme entrar.
— Adelante— responde, con una voz algo ronca. Ahí está, con su pelo rojo despeinado, hablando por teléfono.
La llamada continúa: — Sí madre, estamos bien— me mira y hace señas para que espere. — Es un lugar hermoso...— comenta mientras se rasca la barbilla.
— Es un poco guapo— me sonríe, está hablando de mí.
— Mamá, tengo que