194. UN DíA CON UN FINAL FELIZ
Con un susurro apenas audible, Sir Alexander inclinó su rostro hacia el de Elvira, acercando sus labios con una delicadeza que reflejaba toda la pasión contenida en su interior. Elvira respondió al gesto, elevando su rostro para encontrarse con el suyo, sintiendo la electricidad de la emoción recorrer cada fibra de su ser.
Y en ese instante mágico, sus labios se encontraron en un beso que sellaba no solo su reencuentro, sino también el amor que habían guardado en silencio durante tantos años. Fue un beso cargado de anhelo, de promesas cumplidas y de la certeza de que finalmente estaban juntos, unidos por un lazo indestructible.
El viento susurró suavemente entre las hojas del árbol, como si estuviera celebrando la unión de dos almas destinadas a estar juntas. El campo pareció cobrar vida, con el canto de los pájaros y el aroma fresco de la naturaleza envolviéndolos en un abrazo invisible.
El beso se prolongó, como si el tiempo se detuviera para permitirles disfrutar de ese momen