193. CONTINUACIÓN
César la abrazó con fuerza sin apartar los ojos de la pareja que formaban sus padres ni el brillo en su mirada.
—Y yo, nunca más desconfiaré de ti César, dejaré que mi amor por ti me guíe, y sé que de esa manera llegaremos a ser como ellos al final de nuestros días —aseguró Sofía con determinación.
César la miró con admiración y emoción, sintiendo una profunda gratitud por tener a su esposa allí.
—¿Quieres que caminemos de regreso? —propuso al ver como Fenicio y Mía lo habían hecho y caminaban de las manos llevando a sus caballos por las bridas.
—Está bien, deja a Javi y nosotros caminaremos —aceptó César que no quería volver a subir al animal.
Ambos desmontaron dejando al pequeño feliz encima de uno de los animales, y como los otros se tomaron de las manos y avanzaron felices por el campo florido de regreso a la casa.
Frente a ellos, Mía caminaba tomada de la mano de Fenicio, quien la observaba con ternura y ocultaba una sonrisa que se asomaba en su rostro. Si alguien le