100. EL RESCATE DE LA MADRE DE MÍA
Mía le dio las indicaciones a Fenicio temblando. Colgó y abrazó a su madre, diciéndole que todo estaría bien. Pasada una agonizante hora, un auto se detuvo cerca. Mía ayudó a su madre a incorporarse y vio bajar a Fenicio. Corrió hacia él, llorando de alivio.
—Gracias, gracias por venir —sollozó Mía—. No sabes el infierno que hemos vivido.
Fenicio tomó cuidadosamente a la anciana y la colocó en el asiento trasero, donde Mía se sentó a su lado. Al arrancar, vieron de nuevo el auto de Delia, que se quedó observando al jefe de seguridad de su exmarido. Supo de inmediato quién había rescatado a Azucena. Aunque no vio a Mía por los cristales oscuros, sintió que se le había escapado su marioneta.
Fenicio llevó a Mía y su madre a una clínica de confianza y las dejó ahí, diciendo que él correría con los gastos.
—No sé cómo agradecerte, Fenicio —dijo Mía, emocionada.
—Solo no te metas más en la vida de López y no dejes que Delia te manipule. Debiste decirnos lo que te hacía antes de que