Atlas apretó los dientes e hizo una mueca.
—Lo sé —gruñó Atlas, —¡pero comenzar una pelea aquí es lo que quiere!
Chris nos sonrió astutamente a mí y a Atlas, pasando sus manos provocativamente por la espalda de Aria.
—¡Atlas! ¡Bergmann! Es muy amable de tu parte escoltar a mi mujer sana y