Retrocedí. Tenía que sacarnos a mí y a Noah de aquí.
—Gracias, Aria —dijo Silas, inquietantemente gentil—. Ahora deseo recompensarte... con una muerte indolora.
Levantó su gigantesca garra hacia mí, convocando una bola de inmensa energía oscura que drenaba toda la luz de la habitación. Cerré l