Por Javier
-Cami, te amo.
Le digo con ternura.
-¿Y al bebé?
Me pregunta hipando
-También, estoy muy emocionado, no esperaba un bebé, o a lo mejor sí, porque sé que día fue y tengo que confesarte que cuando me di cuenta que no usamos protección y pensé en las consecuencias, estaba tranquilo y hasta casi...feliz.
La abracé con más fuerza.
-Después me olvidé, por todo lo que pasó, te amo mi cielo.
Me abrazó y se colgó de mi cuello, para besarme, dejando de lado toda la angustia que debe haber pasado el último mes.
-Te amo, con toda mi vida.
-Yo también te amo y quiero despertarme todos los días de mi vida abrazándote.
-¿De verdad? ¿No te vas a cansar de mí? ¿Y cuando esté gorda por el bebé?
Yo me reí, luego me puse serio.
-Todavía no pude acariciar a mi hijo.
Se le cayeron las lágrimas mientras sonreía.
Agarró mis dos manos y las puso en su panza.
-No se nota, todavía, la única que lo nota soy yo.
-Ah, señorita mentirosa, con que un gastroenterólogo…
-Tenía miedo que no lo quisieras.