Capítulo 23: La Concordia.
Colegio Nuestra Señora De La Concordia.
Cuatro y media.
El portón de la escuela se abrió con su chirrido habitual, ese sonido que Cynthia ya reconocía como el preludio del caos dulce de las mochilas saltando, los niños corriendo, las madres charlando en pequeños grupos. El sol de la tarde le daba en la cara, cálido, casi reconfortante.
Se apoyó en la puerta de su auto, buscando entre la fila de alumnos que empezaban a salir con sus mochilas mal cerradas y sus uniformes arrugados.
Y entonces la vió.
Clara venía de la mano de Sor Rafaela, la monja encargada de la clase. La pequeña tenía los hombros tensos, y no sonreía. Un gesto extraño en ella, que siempre salía con los ojos brillantes y alegres, hablando a mil por hora sobre sus tareas, canciones o anécdotas que ella había tenido en su día escolar.
Cynthia frunció el ceño y caminó directo hacia ellas.
—Hola, mi amor —la saludó con dulzura, acariciándole el cabello—. ¿Todo está bien?
Clara asintió, pero sin decir nada, se aferró al bra