Capítulo 12: Ese papá.

Cynthia prefirió entrar, sabiendo que el hombre la seguía. Su expresión era tranquila, pero sus ojos ya estaban afilados cuando se cruzaron con los de Daniel. Él estaba de pie junto al mural de bienvenida, con las manos en los bolsillos, como si estuviera evaluando el lugar, como si tuviera derecho a estar ahí.

—¿Qué haces aquí, Daniel? ¿Quién te dió la dirección? —preguntó ella, sin rodeos.

—Vine a ver a mis hijas. Eso ya te lo dije —respondió él, con esa sonrisa que solía usar cuando intentaba manipularla—. Me enteré de que trabajas aquí, y pensé que ya era hora de recuperar el tiempo perdido. Es fin de semana y no vi problema de venir a verlas.

—No pensaste en eso durante ocho años —soltó Cynthia, con la voz baja, pero firme—. Ni siquiera cuando enfermaron. Ni en sus cumpleaños. Ni cuando me quedé sin trabajo. Así que no vengas con el cuento del padre arrepentido el día de hoy.

Daniel alzó una ceja, teatral.

—Todos merecemos una segunda oportunidad, ¿no?

—No todos. Y menos los que
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