Apagué el teléfono de inmediato, presionando la pantalla contra mi pecho.
La habitación quedó sumida en la oscuridad.
Por un momento, solo podía escuchar el fuerte latido de mi corazón; todo lo demás desapareció.
Observé en silencio el estado de Carlos, que había enterrado su rostro en mi cabello, y sus manos que rodeaban mi cintura se apretaron más.
Cuando traté de escuchar nuevamente, él ya no decía nada.
El teléfono vibró dos veces. Era un mensaje de Ursula:
—Carlos, después de la reunión de las 4 de mañana, me encargaré de agendar una cita con el psicólogo. ¿No dijiste que, después de que tu esposa regresara, dejarías de tomar tanta medicina? Te he llevado dos días de medicinas y ya las has terminado.
Mi mente quedó en blanco. ¿Por qué su medicación tenía que ver conmigo?
Respondí rápidamente:
—Soy Olivia, Ursula. Dime la verdad, ¿por qué Carlos está tomando medicinas?
Mi cabeza estaba llena de pensamientos, intentando recordar todo lo que sabía sobre Carlos y su tendenci