Franchesca asintió, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. El instinto protector de su alfa era casi tangible, y ella sabía que juntos enfrentarían lo que viniera. Se giró hacia Alexander, susurrando palabras de calma y amor antes de dirigirse hacia las habitaciones reales, donde los reyes se encontraban con el traidor.
El ambiente en el castillo estaba cargado de tensión, y a cada paso que daban, Franchesca y Alexander sentían las miradas curiosas y temerosas de los sirvientes y guardias. Al llegar a las habitaciones reales, vieron a Antuan y Sophie de pie, con la mirada fija en el licántropo capturado, que estaba arrodillado y encadenado.—Abuelos—dijo Franchesca con voz firme, aunque su interior temblaba—. Estamos aquí.Sophie se giró hacia ellos, su rostro una mezcla de rabia y alivio al ver a su nieta a salvo.—Franchesca, Alexander—dijo ella—. Este es el licántropo que se atrevió a hacerte daño.Antuan, con una expresión implac