una conversación sincera

Después de cerrar la puerta de su oficina con un suspiro, Alejandra no podía creer lo que acababa de pasar. El hombre que había venido a negociar con ella era su mate, el compañero que la Diosa Luna le había asignado. Lo había sentido en cuanto lo vio, una atracción irresistible que le hizo temblar el cuerpo y el alma. Pero él parecía haberse dado cuenta, o al menos eso creía ella por cómo lo había mirado. Se había comportado con profesionalismo y frialdad, sin darle ninguna señal de que ella lo reconociera como suyo. ¿Cómo era posible? ¿Acaso no sentía lo mismo que ella? ¿O tenía algún motivo para ocultarlo?, es que pensando en como el hizo para aceptar el hecho de ella no querer será que el en lo más profundo también sentía lo mismo, y tampoco quera conseguir a su mate y todo lo que dijo en la sala de conferencia solo era para evaluarme, me alegro de saber manejar las emociones

Estaba tan sumida en sus pensamientos que no oyó el golpe en la puerta. La voz de su subgerente la sacó de su ensimismamiento.

- ¿Se puede? -preguntó el subgerente Lily, su mano derecha, asomando la cabeza por la puerta.

-Sí, pasa -respondió Alejandra, tratando de disimular su turbación.

-¿Estás bien? Te veo un poco… distraída -dijo el subgerente, entrando en la oficina y cerrando la puerta tras de sí.

-Estoy bien, solo un poco cansada -mintió Alejandra, forzando una sonrisa.

-Bueno, no es para menos. Has tenido una reunión muy importante esta mañana. ¿Cómo ha ido? -preguntó el subgerente, sentándose frente al escritorio de Alejandra.

-Ha ido bien, muy bien. Hemos cerrado un acuerdo muy favorable para la empresa. El señor… -Alejandra se detuvo, incapaz de pronunciar el nombre de su mate.

-¿El señor? -insistió la subgerente, curiosa.

-El señor Johnson, el representante de la compañía de inversiones -continuó Alejandra, inventando un nombre al azar.

-Ah, sí, el señor Johnson. Le he visto salir hace un rato. Es muy guapo y sin minimizar a sus acompañantes, ¿no crees? -comentó el subgerente, con un tono coqueto.

-¿Guapo? -repitió Alejandra, sorprendida por la pregunta.

-Sí, guapo. Tiene unos ojos tan distintos, únicos, eran preciosos, y un cuerpo de infarto. Y esa voz tan profunda y seductora… -el subgerente suspiró, como si estuviera enamorada.

-¿Supones? Vamos, Alejandra, no seas modesta. Sé que te ha gustado. Lo he visto en tu mirada cuando lo has recibido. Y en la suya cuando te ha visto. Había una química increíble entre vosotros. ¿No me digas que no ha pasado nada? -el subgerente se inclinó hacia adelante, esperando una confesión.

-No, no ha pasado nada -negó Alejandra, con firmeza, aunque por dentro se decía: espero que esos dos no me creen un lío con el beso de Michael.

- ¿Nada de nada? Ni un beso, ni una caricia, ni una invitación a cenar… -el subgerente enumeró, con incredulidad.

-Nada de nada -repitió Alejandra, con frustración.

- ¡Qué desperdicio! -se lamentó el subgerente, sacudiendo la cabeza.

-¿Qué quieres decir? -preguntó Alejandra, molesta.

-Quiero decir que, si yo fuera tú, no dejaría escapar a un hombre así. Es una oportunidad única, Alejandra. Un hombre rico, poderoso, atractivo… y tu mate -el subgerente bajó la voz, como si revelara un secreto.

- ¿Qué? ¿Cómo sabes que es mi mate? -exclamó Alejandra, alarmada.

-Lo sé, Alejandra. Lo sé porque yo también soy una mujer lobo. Y porque he sentido el vínculo que os une. Es muy fuerte, Alejandra. No puedes negarlo. Es tu destino -subgerente le dijo, con seriedad:

-Lo sé, Alejandra. Lo sé porque yo también soy una mujer lobo. Y porque he sentido el vínculo que os une. Es muy fuerte, Alejandra. No puedes negarlo. Es tu destino -el subgerente le sonrió, y salió de la oficina, dejando a Alejandra sola con sus pensamientos. Uno de esos pensamientos era cómo guardaba su aroma, será que también maneja alguna especie de talismán.

Debería conseguir uno yo también, uno tal vez para no soltar aroma y no ser reconocida por ningún lobo o especie. Así tal vez no tenga problemas a futuro con respecto a mi mate. Ese sentimiento que inunda mi ser, aquello de sentir nostalgia al pensar en rechazarlo, es abrumador. Pero sé que ello proviene de mi lado lobuno. Mientras Alejandra reflexionaba sobre su situación, Lily volvió a entrar en su oficina y le dijo que uno de sus secretarios había hallado algo en la sala de juntas y que lo había dejado allí con una nota que decía para Alejandra. Sin pensarlo dos veces, Alejandra salió de su oficina y se dirigió a la sala de juntas, donde se topó con algo que cambiaría su vida para siempre.

-¿Qué es esto? -exclamó Alejandra, al ver el sobre sobre el escritorio.

-No lo sé, solo sé que es para ti. Ábrelo, quizás sea algo importante -le animó Lily, con curiosidad.

Alejandra cogió el sobre con cuidado y lo abrió. Dentro había una carta escrita con una letra elegante y firme. La reconoció al instante. Era la letra de Michael, su mate. El hombre lobo que había venido a negociar con ella y que le había besado apasionadamente. El hombre lobo que le había dicho que la amaba y que la esperaba. El hombre lobo que ella había rechazado, indirectamente aun que para rechazarlo debe hacerlo directamente y mirandolo a los ojos mencionar sus nombres completos y los lobos de ambos deben estar presentes, para que pueda ser un rechazo aceptable para la Diosa luna.

Alejandra sintió un escalofrío al leer las palabras de Michael. Era una especie de amenaza, o tal vez una declaración de amor. No lo sabía. Solo sabía que le daba miedo y a la vez le atraía. Decía:

Aunque no estés de acuerdo aún, yo soy tuyo y tú eres mía. Y no dejo ir lo mío. Así que espérame muy pronto, juntos para siempre, mi reina, mi luna. Así que no me temas, no soy tan malo. Y respetaré lo que me dijiste. Posdata: esta nota la dejó una de tus empleadas de limpieza, una adorable señora por cierto. No la despidas solo por hacerme este favor. Y si con esa impresión que me diste hoy, Alejandra, pude deducir mucho de ti. Muy pronto tendrás noticias mías. Así que espérame.

-No te preocupes, no la despediré. Pero esto es muy extraño. ¿Quién te ha dejado esta nota? -preguntó Alejandra, al leer el mensaje del sobre.

-No tengo ni idea. Solo sé que es un hombre muy guapo y muy misterioso. ¿Lo conoces? -preguntó Lily, con interés.

-Sí, lo conozco. Es el señor Johnson, el representante de la compañía de inversiones -mintió Alejandra, con nerviosismo. Pues esta no dijo que el era el CEO de la compañia inversionista.

-¿El señor Johnson? ¿El hombre lobo que vino a negociar contigo? ¿El que es tu mate? -preguntó Lily, con sorpresa.

-si ese mismo Lily, que  entrometida Lily……

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