Mi corazón se acelera, mi estómago se retuerce por la emoción y los nervios. No recordaba lo guapo que era Michael, mi mate, mi alfa. Como aquel chico que no recordaba me había marcado desde mucho antes como suya. Y no lo digo en el sentido que se espera cuando se tiene intimidad con tu mate. No, es diferente. Él me proclamó ante la Diosa Luna, y ella respondió cumpliendo su deseo. Desde mucho antes, nuestros destinos ya estaban unidos. Viéndolo bien, realmente es agradable su preocupación por mi bienestar. Siempre ha estado ahí desde niños, siempre cuidándome. Pero, ¿por qué no me lo contó? Solo una vez trató de explicármelo, pero se reprimió. ¿Cómo se habrá sentido al verme y saber que no lo reconocí? Debe de haber sido algo lamentable para él.
—Debió ser difícil, ¿verdad?, pregunté con la cabeza agachada.
—¿A qué te refieres, Alejandra?, pregunta entre lágrimas. Te refieres al haber estado distanciados unos días antes de aquel suceso, de tu fallido secuestro, en donde saliste heri