Horas después…
—¿Hoy no vas a trabajar? —preguntó Ava, acurrucada en el sofá con una manta sobre las piernas, mientras observaba a Ethan abotonarse la camisa.
Ethan se giró hacia ella, dejando de lado la corbata que había comenzado a anudar. Su rostro se suavizó al verla tan serena, tan distinta a la joven impulsiva que solía correr por los pasillos de la casa. Esa dulzura le rompía el alma.
—Pensaba ir solo un par de horas, pero… —se acercó, se sentó a su lado y le acarició el cabello—. ¿Pasa algo?
Ava bajó la mirada un instante y luego lo miró con una sonrisa suave.
—Quiero ir a visitar a mamá hoy. Ayer me pidió unos dulces y me prometí a mí misma llevarselos.
Ethan suspiró. No porque no quisiera que fuera, sino porque sabía lo mucho que le costaba esa visita, lo que significaba para ella ver a su madre en ese estado, tratando de mantenerse fuerte por Donkan.
—Está bien. No iré a trabajar. Le pediré a Arthur que cancele las reuniones del día. Hoy será para ustedes.
Ava le sonrió co