Apenas Ava salió rumbo al hospital con Donkan, Ethan cerró la puerta con suavidad, sin perder de vista la silueta de su amada alejándose de la casa. El suave golpeteo de la lluvia contra las ventanas acompañaba su partida, creando una melodía melancólica que resonaba en el corazón de Ethan. Se quedó unos segundos inmóvil, con el corazón latiendo más rápido de lo que debería. No sabía si era por la ternura que había sentido al ver a Ava tan decidida, o por la ansiedad de lo que estaba por hacer.
Se dirigió a su despacho, encendiendo la pantalla de su computadora y acomodando algunos papeles antes de tomar su teléfono y marcar el número de su abogado. El despacho estaba iluminado por una lámpara de escritorio. El aroma a cuero de los muebles y el leve olor a café impregnaban el ambiente, otorgándole una sensación de calma tensa. La llamada se conectó rápidamente.
—Buenos días, señor Moreau —saludó el abogado desde el otro lado de la línea, con una voz profesional pero amigable.
—Buenos