POV HERNÁN
Estoy muy preocupado por Clara. Desde que se desmayó y tuvo esa visión, la noto perdida, absorta en sus pensamientos. No sé qué hacer, se suponía que vinimos a entrenar, pero esta nueva revelación cambió todos nuestros planes.
Siento todas sus dudas y miedos a través del vínculo, y temo que no sé cómo ayudarla a tranquilizarse.
Me acerco a ella con cautela, sin querer presionarla, pero incapaz de ignorar la angustia que emana de su cuerpo. Clara está sentada en el borde de la cama, con la mirada clavada en el suelo y las manos entrelazadas sobre su regazo. Su respiración es pausada, pero cada tanto sus hombros se tensan, como si luchara por procesar lo que ha descubierto.
Me arrodillo frente a ella y tomo sus manos entre las mías, notando lo frías que están.
—Mi amor… —murmuro, buscando su mirada—. Háblame, por favor.
Ella parpadea, como si mi voz la trajera de vuelta al presente, y finalmente me mira. Sus ojos, normalmente llenos de vida, ahora están nublados por la confu