Capítulo 25

POV HERNÁN

La comida se me queda a medio camino en la garganta.

No puedo creer lo que escucho. ¿De verdad me está dando permiso para marcarla? Puedo oler su excitación, sus pupilas bien dilatadas, sus mejillas ruborizadas, pero sus ojos… usualmente de un marrón rojizo, están de color miel.

Mi corazón da un vuelco. Está presentando señales de tener un lobo.

—Lyke, ¿qué hago? —pregunto sin saber cómo reaccionar, pero el maldito está alzado y lo único que quiere es hacerla suya.

Clara parpadea un par de veces y vuelve a su estado de timidez natural, al igual que el tono de sus ojos.

—Perdón, yo… —comienza a decir—. Dije cualquier cosa, lo siento.

Quiero darme una bofetada a mí mismo por no haber reaccionado a tiempo. Bueno, Lyke ya lo hace por mí.

—No, Clara, por favor. Quiero que estés segura de lo que estás diciendo —respondo.

M*****a sea, ni siquiera puedo tomarla de la mano por culpa de ese grupito de la oficina. Sé que están atentos a los que hacemos.

—Me precipité —comenta—. Ni siquiera sé nada de este mundo, ni de nada…

—Podemos empezar de a poco —propongo. Me mira con curiosidad—. Ya sabes, no hace falta que te marque la primera vez —agrego, acercándome a ella para susurrar—. Solo deberías concentrarte en disfrutar.

—Entiendo —murmura esbozando una sonrisa tímida.

—Entonces, ¿aún mantienes la oferta de practicar? —quiero saber.

—¿Puedo tomarme unos minutos para pensarlo? —cuestiona con tono avergonzado.

—Por supuesto, sin prisa —replico, ahora sí saboreando el risotto.

Daniel aparece de repente, y se acerca a nuestra mesa con expresión curiosa. Saca una silla de la mesa de al lado y se sienta entre nosotros. Un mozo lo mira con mala cara, pero no le dice nada.

—Bien, descubrí algo —dice.

—¿Qué descubriste? —inquiero.

—Sobre Clara y su lobo dormido.

La interpelada se atraganta con la comida y lo mira con los ojos bien abiertos.

—¿Cómo sabes eso? —interroga. En un segundo, su expresión cambia—. Oh, espera, eres un lobo también.

—Así es, soy el Beta de Hernán —replica Daniel con tono orgulloso. Chocamos los cinco y Clara se nos queda mirando como si no entendiera nada. Bueno, seguramente no entiende nada.

Toma mi copa de vino y la vacía en dos tragos. Parece que el agua no era suficiente. Daniel y yo la miramos con expresión divertida.

—Bueno, ¿qué descubriste? —insisto.

—Bien. Hay dos formas de saberlo. Una es el camino fácil, apareamiento con su pareja. Creo que eso pueden resolverlo, ¿no, chicos? —dice sonriendo de oreja a oreja. Al ver nuestras caras de incomodidad, se aclara la voz y continúa—. La otra es una especie de ritual, meditación, o algo así, en la que te devuelven a un trauma pasado y puedas descubrir si fue ahí donde tu lobo decidió aislarse.

—Clara, siento preguntarte esto, pero ¿hace cuánto perdiste a tus padres? —pregunto.

—Cuatro años —responde en un murmullo.

—¿Y hace cuánto dibujas lobos? —inquiero. Daniel arquea las cejas.

—Desde que tengo uso de la razón —contesta con tono pensativo.

—¿Puedo ver esos dibujos? —interrogo. Me mira con algo de duda, pero termina asintiendo—. Daniel, quédate a cargo de la empresa esta tarde, voy a acompañar a Clara. Tenemos que averiguar esto cuanto antes.

Terminamos de comer y volvemos con Clara a la empresa solo para ir a buscar el auto.

—Recuerda usar protección —dice Daniel con tono burlón con un enlace mental.

Pongo los ojos en blanco y mi compañera me mira con expresión interrogante, pero no dice nada. Nos dirigimos a su casa, que es donde están sus cuadros.

El viaje transcurre en silencio. Noto que ella está preocupada, y no quiero sacarla de sus pensamientos. Llegamos a su departamento, el cual está vacío.

—Mi prima está trabajando —expresa, caminando hacia su cuarto—. Perdón por el desorden —agrega avergonzada mientras abre la puerta.

La habitación es algo pequeña, tiene una cama de dos plazas, un escritorio lleno de cuadernos y papeles hechos un bollo, hay ropa sobre la cama y un caballete con un lienzo en blanco junto a varios pinceles tirados por el suelo. Apenas entra un armario con un espejo pegado en su puerta.

—Acogedor —expreso.

Todo huele a ella, mis sentidos más razonables están perdiéndose y sé que tengo que salir de aquí rápido o la voy a poseer en cualquier momento.

Ella saca una caja de debajo de su cama y la coloca sobre el escritorio. Me acerco a curiosear.

—Estos los hice mientras estaban mis padres vivos todavía —comenta con voz ahogada. Le doy un apretón de manos en un intento de reconfortarla.

Hay dibujos sin lobos, pero esas en su mayoría son paisajes hermosos, increíblemente dibujados, con detalles perfectos. En las que sí hay lobos, noto un patrón, en todas hay uno con pelaje rosa claro y ojos color miel. Esa debe ser ella.

Lyke aparece para ver a través de mis ojos.

—Guau, es hermosa… —comenta con tono enamorado. Sonrío—. Pero, ¿por qué le cambia la tonalidad de los ojos?

Hago una mueca. Tiene razón, la mayoría de los lobos mantenemos nuestro color natural cuando nos convertimos, aunque los Alfa tenemos la capacidad de hacerlos brillar si deseamos, pero nunca cambiar el tono del iris.

—¿Qué pasa? —pregunta al notar que me detuve—. ¿Hay algo malo?

Le muestro varios dibujos y le hago ver que en cada lugar está ese lobo rosa. Es curioso, tampoco vi jamás un lobo de ese color.

—Me gusta el rosa —expresa encogiéndose de hombros. La miro con una sonrisa—. ¡Ah! ¿Crees que ese puede ser mi lobo? —inquiere abriendo los ojos de par en par.

Asiento con la cabeza y esbozo una sonrisa.

—Esa debes ser tú, mi amor —digo. Juro que el apodo se me escapa sin querer, y los dos nos quedamos mirando como si hubiera soltado una bomba—. Lo siento.

—No, perdóname tú a mí —contesta rápidamente. Se sienta en el borde de la cama y suelta un bufido de frustración—. Es todo tan nuevo para mí. Esto, tener una relación… y encima sumándole una dificultad, ¡una relación con un lobo! —exclama, frotándose los ojos.

—Ey, está bien —murmuro, acercándome, y me arrodillo frente a ella—. Vamos a hacerlo más lento, ¿sí? Sé que esto te debe estar pareciendo agobiante. Tomémoslo con calma.

—Mi vida era normal hace dos semanas, no entiendo nada de lo que está pasando, qué está sucediendo, ni quién soy —continúa, sollozando y comenzando a temblar.

—Vamos a descubrirlo juntos —comento, tratando de tranquilizarla. Sostengo sus manos, pero parecen temblar cada vez más y las lágrimas empapan sus mejillas con rapidez.

—Y encima mis padres me dejaron sola, ni siquiera me enseñaron a vivir sin ellos y cada vez odio más haber sobrevivido a ese accidente —prosigue.

Está llorando tanto que hasta le cuesta respirar. Está teniendo un ataque de ansiedad. Comienza a hiperventilar y a murmurar cosas que apenas entiendo, pero que no son nada lindas.

Me concentro para pasarle algo de mi aura protectora, tratando de calmarla. Me acuesto en la cama y la coloco sobre mi pecho, acariciándola con suavidad.

Al principio se resiste, se quiere alejar, pero la mantengo firme. Sé que es feo obligarla a mantenerse a mi lado, pero si no me siente, no se va a tranquilizar.

—Estoy contigo, no te voy a dejar. Estás protegida, estás bien. No voy a permitir que nadie te haga daño —expreso en un susurro mientras continúo acariciando su espalda.

Poco a poco van bajando sus pulsaciones, su respiración comienza a ser más estable y su cuerpo más relajado. Continúo acariciándola.

Minutos después, me doy cuenta de que se quedó dormida. Suelto un suspiro, aliviando la tensión que se acumuló en mi cuerpo.

No debería haber removido esos cuadros, le trajo recuerdos que no estaba preparada para afrontar y, sumado a todo lo que está sintiendo, es una bomba emocional para ella. Es normal que reaccione así. Necesito cuidarla más.

Me quedo mirando el techo mientras pienso en cómo puedo hacer para ayudarla, pero un frasco sobre la mesa de luz me llama la atención. Me estiro con cuidado para recogerlo, tratando de no hacer un movimiento brusco, y leo la etiqueta.

Según dice, son pastillas para dormir, pero yo reconozco la forma y esto no es eso. No sé por qué, pero tengo la leve sospecha de que es algo que puede estar manteniendo a su lobo en lo oscuro, así que me guardo el frasquito en el bolsillo. Voy a mandar a examinar esas pastillas.

También tengo que averiguar cómo fue el accidente de sus padres. Quizás, no fue un simple accidente y alguien está queriendo ocultar algo.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App