Capítulo 4

—Idiota. —resoplé con voz baja y lo miré seria mie tras el me observaba casi burlesco—. Tiene razón puedo caminar —dije sonriéndole con desprecio.

Sin esperar respuesta tomé mis cosas y salí. No me importaba caminar, aunque ahora viviera mucho más lejos y la universidad me quedara retirada, podía tomar el camión, sí, eso pensé cuando lo vi pasar ante mis narices.

Corrí detrás de el, gritando que se parara, pero nada funcionó. Cerré mis ojos y suspiré cansada, este día sería difícil, ya podía notarlo. 

A pesar de mi frustración y el desaire de Jackson, decidí no dejarme vencer por la esto. Apreté el paso y me dirigí hacia la parada del autobús más cercana. No iba a permitir que su actitud arruinara mi día. Aunque el próximo autobús pasaría dentro de día hora, y seguramente no podría entrar a la primera clase. 

Mientras esperaba el autobús, repasé mentalmente mi horario y las tareas que debía completar en la universidad. Escuchaba música con mis audífonos cuando noté como un auto se estacionaba a mi lado. Entorné los ojos al ver de quien se trataba. Jackson me miró divertido desde el interior de su auto y eso solo avivó mi desprecio hacia él, tal vez había visto como corrí detrás del autobús y ahora se estaba burlando, no me sorprendería de él.

—¡Sube! —ordenó.

Y yo lo ignoré. ¿Creía que iba a hacerle caso después de todo lo que me hizo? ¿Quién creía que era? ¿Su maldita burla?

—Llegarás tarde a clases y luego Arturo preguntará por qué lo hiciste y en esa discusión saldré a relucir, ya que soy el único que tiene carro de los dos.

Seguí ignorándolo. La idea de que mi padre lo regañara no estaba tan mal, si lo hacía lo tenía bien merecido. Lo miré de reojo y luego desvié comenzando a caminar.

—¡Con una m****a, que subas!

Me quité un auricular y lo miré de forma recelosa. Este era mi momento de regresarle todas las que me había hecho.

—¡Que te jodan Donovan! —le grité—. Déjame en paz por una puta vez ¡¿QUIERES?!

No dijo nada, me miró expectante y al final solo arrancó su auto y se fue. Miré con pena como se alejaba mi trasporte, desviando la vista hasta mi reloj, era tardísimo, pero mi orgullo era mucho más fuerte que mi necesidad de llegar a clases. En ese momento me pregunté si en realidad me había vengado o había sido víctima de mi propio carácter al no querer subirme al auto y llegar a tiempo a clases. Caminé otras cuadras y entonces escuché el claxon de un auto junto a mí.

Sonreí al notar a Tayler y mis ojos se iluminaron al verlo en su auto.

Corrí hacia el auto de Tayler con una sonrisa de alivio en el rostro. Abrí la puerta y me deslicé en el asiento del copiloto, agradecida por no tener que enfrentar el resto del camino a pie.

—¡Gracias por aparecer justo a tiempo! —exclamé, con un suspiro de alivio.

Tayler sonrió y asintió mientras arrancaba el motor.

—No hay problema, Jia. Siempre estoy aquí para ayudarte —respondió con calma, transmitiendo una sensación de tranquilidad que me reconfortó.

Durante el viaje, conversamos animadamente sobre nuestros planes para el día y compartimos algunas risas que me ayudaron a olvidar el encuentro desagradable con Jackson. Tayler tenía ese don de levantarme el ánimo incluso en los momentos más difíciles, y por eso siempre estaba agradecida de tenerlo como amigo.

Sí que estaba de suerte. No sabía a donde él vivía, pero por el recorrido, tal vez no muy lejos de donde yo ahora estaba. En poco tiempo llegamos a la Universidad, conducía como un lunático y aparcó en el estacionamiento aún a tiempo. 

Para mi mala suerte, me volví a encontrar con Jackson cuando también bajaba de su auto. Apenas me miró, sus ojos se entornaron observando a mi acompañante. Era mejor ignorarlo. Muchos problemas ya tenía mi cabeza, como para también tener que lidiar con él aquí. Me despedí de Tayler con un beso en la mejilla y le agradecí por el viaje, había sido un ángel caído del cielo.

—Cuando quieras Jia. —Me sonrió antes de alejarse.

Tomé mis cosas y caminé rumbo a la entrada donde Jackson estaba parado, solo iba a pasarlo de largo y actuar como siempre lo habíamos hecho, con mi caminar seguro y mi mirada altanera, pero al parecer él aún no se cansaba de este absurdo juego.

—Parece que David tenía razón, solo basta que te hablen bonito para que tú caigas. —Paré en seco y apreté mis labios. Joder, no se cansaba en definitivo.

¿Estaba hablando de mí? Claro que lo hacía, ya que éramos los únicos en todo el estacionamiento. Apenas llevábamos un día en la misma casa y ya me estaba hartando, no sabía cómo iba a acabar esto, tal vez uno muerto al final de día, pero no iba a permitir que su actitud de m****a me afectara.

Respiré profundamente, intentando mantener la calma frente a las provocaciones de Jackson. 

—No tienes idea de lo que estás hablando, Jackson —respondí, tratando de mantener mi voz firme a pesar de la incomodidad que me causaba su presencia.

Él se acercó un paso más, con una sonrisa burlona en el rostro.

—Oh, creo que lo sé muy bien, Jia. Después de todo, te conozco mejor de lo que tú crees.

Su tono arrogante y su mirada desafiante solo avivaron mi frustración. Quería decirle un millón de cosas, pero sabía que no valía la pena entrar en su juego.

—No tengo tiempo para tus tonterías, Jackson. Déjame en paz —le dije, intentando pasar junto a él y entrar al edificio de la universidad.

Pero antes de que pudiera moverme, él bloqueó mi camino con su cuerpo, mirándome fijamente.

—¿Por qué tan apurada, Jia? ¿Acaso tienes miedo de enfrentarte a la verdad?

Mi paciencia llegó a su límite. Respiré hondo, conteniendo la ira que crecía dentro de mí.

—No tengo nada que discutir contigo, Jackson. —dije con frialdad—. ¿Cuál es tu maldito problema? —le reclamé acercándome a él—. ¿A ti que te importa con quien me acuesto?

Subí mi tono de voz, nadie me escucharía cuando todos estaban rumbo a sus clases y lo agradecí. 

Tenía bastante con todo lo que se decía de mi gracias a David, como también tener que soportar rumores por el idiota de Jackson. Lo miré de frente mientras él lo hacía con desgano. Se acercó a mí y se inclinó retante. Me quedé petrificada cuando se aproximó peligrosamente a mi rostro. ¿Ahora que le pasaba?

—¿Por qué solo te fijas en idiotas que no te valoran? —susurró tajante sobre mi cara. Yo fruncí el ceño, ahora le preocupaba en quien me fijaba, de verdad que ese chico estaba mal de la cabeza.

Me quedé anonadada por un instante, Jackson aprovechó mi trance para dejarme ahí sumamente confundida por sus palabras. Ya que no lo entendía en lo absoluto.

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