—¡Gracias, París, y hasta una próxima ocasión! —se despidió Isabella como en cada concierto y los gritos no se hicieron esperar.
Se quedó allí por un rato, observando a las personas. Todo era una locura, lo había sido desde que comenzó la gira. Lugares repletos, personas gritando su nombre y fans en las puertas de los hoteles donde se había quedado.
Los gritos del público la siguieron hasta detrás del escenario. Una sonrisa adornaba su rostro. La adrenalina y nerviosismo que había sentido antes de subir a cantar, había sido remplazada por felicidad plena.
—Estuviste genial —le dijo Martia lanzándose a abrazarla en cuanto la vio llegar—. Como siempre. No me sorprende que estén locos por ti.
—Gracias.
Se alejó de ella y esta vez fue Luka quién la abrazó.
—¿Te he dicho alguna vez que eres una mujer extraordinaria? Porque lo eres y tu voz es como la de un ángel.
Él se separó y la tomó del rostro y la besó. Los gritos perdieron inte