Capítulo 48

Miedos Silenciados

La habitación del hospital estaba tenuemente iluminada; el sol, al fondo, se ocultaba tras el horizonte, proyectando sombras sobre el suelo. Las máquinas emitían pitidos suaves, parpadeando con vitalidad mientras monitorizaban el delicado estado de Vivian. La cirugía había sido un éxito, pero la recuperación era lenta, demasiado lenta para el corazón acelerado de Dominic.

Se recostó junto a ella, cubriendo su mano con la suya, aún cálida pero inmóvil. Su pulgar acarició suavemente el dorso de su mano, como si esperara que despertara, abriera los ojos, pronunciara una sola palabra.

«Vivian…», susurró con voz temblorosa. «Soy yo».

Nada. Solo el incesante pitido del corazón y el siseo del oxígeno.

Había pasado un día y medio desde el trasplante. Su cuerpo había aceptado el riñón, le explicaron los médicos, y físicamente estaba estable, pero aún no había despertado. Y Dominic se desmoronaba hora tras hora.

No se había separado de su lado ni una sola vez.

Su