Flavia estaba enfadada con ella porque ella había tomado cartas en el asunto y casi había arruinado sus planes.
Ella siempre esperaba a que Lorena y Urso se casaran a toda prisa.
Flavia respiró hondo y le dijo a Domenico con cara fría: —Lorena estaba en estado de shock, tenemos que compensarla.
—En cuanto a Sara, Urso, ¡haz lo que te parezca!
Era raro que Urso y ella estuvieran de acuerdo.
Domenico la miró con tranquilidad.
Dudaba en el pecho, pero no mostraba signo alguno de ello.
A Urso no le importó el cambio de actitud de Flavia y llevó a Sara hacia la puerta.
—¡Ve a la comisaría y entrégate! ¡Haz lo que debas hacer!
—Hermano, ¿estás loco? Soy tu hermana, ¿cómo puedes hacerme esto...?
Sara con voz llorosa, realmente aterrada.
Pero mirando hacia atrás, Flavia la odiaba mucho, y Domenico era indiferente.
No había nadie en toda la familia Nieves que se preocupara por ella.
La detención en el extranjero era muy parecida a la de España.
Urso trajo a Sara allí, y los ojos de Sara estaban