Capítulo 3
Ella rio irónicamente...

Resultó que le dijo que no le hiciera caso.

Al escuchar sus palabras frías e indiferentes, sentía un dolor profundo y durable.

En su opinión, ella no era más que una mujer que se aprovechó de una situación de vulnerabilidad. En este momento ella tomó la iniciativa de divorciarse, lo cual era sensato, y para él fue un alivio.

Pensándolo, rio sarcásticamente y puso la cara de desesperanza y determinación. Luego volvió la cabeza, sin vacilar, se marchó a grandes pasos.

Aunque le cogía cariño, el cariño tenía un límite. Ella no permitiría que no resistiera cuando atropellaran su dignidad. No le parecía el divorcio vergonzoso, de hecho lo vergonzoso era ayudar a su marido a encubrir el hecho de que le había sido infiel y había tenido un hijo ilegítimo. ¡Qué ridículo!

Entonces tenía que recuperar ella misma la reputación que perdió.

——

Lorena volvió a su casa nupcial, donde ella había colocado los muebles cuidadosamente, con la esperanza de que Juan pudiera sentir el amor cuando regresara a casa. En cambio, la amplia villa parecía muy vacía en ese momento.

Recorriendo esta casa vacía con la vista, recordó que Juan sólo se quedó un día en casa el mes pasado y se marchó a toda prisa. Aunque volvía en raras ocasiones, ella siempre se quedaba sorprendida y contenta por su cada regreso. Pues, ahora podía sospechar razonablemente que durante estos tres años, siempre acompañaba a Susana y a su hijo. Esta sospecha le dio a Lorena escalofríos y náuseas.

Subió a hacer la maleta y escuchó que la criada se acercaba y llamaba a la puerta:

—Señora, Diego García ha venido.

Lorena hizo una pausa y salió. Vio a Diego con una maleta en su mano, parecía que acabó de bajarse del avión hacía poco. Llevaba en la mano un joyero y un ramo de flores, y se lo entregó a ella sonriendo:

—Señora, este es el regalo del tercer aniversario que señor López ha preparado para usted.

Lorena estaba un poco sorprendida y levantó la vista. De repente, recordó que todos los regalos de aniversario eran enviados por Diego. Además, en este momento, Juan todavía estaba celebrando el cumpleaños de su hijo ilegítimo. ¿Cómo podría haber preparado este regalo para ella?

Frente a la realidad tan cruel, con la decepción acumulada no podía hacer otra cosa que reconocer su fracaso. Lorena soltó una ligera risa y no los cogió. Le digo:

—Asistente Diego, Juan ni siquiera recuerda qué día es hoy, estos regalos, los has preparado tú, ¿verdad?

Al escuchar estas palabras, Juan mostró la expresión de vergüenza, apenas no podía continuar sonriendo.

—Señora ...

Su reacción ya lo demostró todo.

Esta respuesta fue un alivio para ella. Por fin, Lorena podía liberar la carga emocional pesada y suspirar con aliviada.

Le parecía todo irónico cuando recordaba la felicidad que sentía al recibir estos regalos por primera vez. Creía que ella misma era tan torpe que no podía darse cuenta del indicio.

Lorena no dijo nada más y se dio la vuelta para subir. Sacó su teléfono móvil, queriendo ponerse en contacto con su familia, pero dudó, ya que en aquel entonces, a pesar de las objeciones de su familia, se casó con Juan. ¡Realmente le debería merecer este destino ahora!

Con un tacto en el móvil, se le presentaron las noticias de Internet. Aparecieron esos titulares tan candentes:

—¡Sorprendido! Como amante, Lorena abortó antes de casarse y no puede tener hijos.

—¿Cómo no puede la familia López tener un hijo propio?

—¡Da lástima que Juan López se haya casado con alguien que no puede concebir!

—¡Juan López y Susana Fernández son la mejor pareja!

—¡La vida privada de Lorena Suárez es libertina y su verdadera faz fue revelada después de unirse a la familia adinerada!

......

En redes sociales se volvió viral este tipo de información. No obstante, ella era la víctima, pero todos estaban acusándola injustamente.

Las manos de Lorena temblaban mientras apretaba su teléfono móvil, se la ponían los ojos rojos y las lágrimas caían sobre sus manos. Pensó: «Juan, ¡eres realmente despiadado! ¿No coopero contigo y me destruyes así? Muy bien, gracias por dejarme sin la mínima vacilación.»

Mientras pensaba, se tragó las lágrimas con risa triste y su mirada se volvió gradualmente fría y firme.

Empezó a empaquetar las cosas, decidió llevarse nada más que lo que había traído. Esperaba a que mañana después de completar los trámites del divorcio desapareciera por completo del mundo de Juan.

A medianoche, ella se quedó dormida, oyendo vagamente el ruido de un coche que venía de fuera, pero no le importó porque de todos modos era poco probable que Juan regresara.

Poco después, se oyó el ruido de pasos pesados desde afuera.

La cama de su lado se hundió y una mano fría tocó su suave piel. Ella se estremeció violentamente y se despertó al instante. Reaccionó apartando la mano con fuerza y protegiéndose el vientre.
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