Se esforzó por recordar el pasado, pero no pudo recordar nada.
Lorena dormía tranquilamente en sus brazos, con la piel blanca, los labios rojos y el ceño ligeramente fruncido, como si hubiera tenido una pesadilla.
Colocó con cuidado a Lorena en la cama.
El cachorro que tenía en brazos asomó la cabeza y tembló mientras miraba a Juan, lamiendo de vez en cuando la palma de la mano de Lorena con la lengua.
Parecía intentar despertar a Lorena para sacarla de aquí.
Juan arrugó la nariz ante el cachorro, asqueado de lo sucio que estaba.
Le indicó a la criada: —Lávalo.
La criada se sobresaltó un poco e inmediatamente recogió al cachorro.
Aún no reaccionaba cuando se dio la vuelta para marcharse, «¿No es el señor alérgico al pelo de perro?»
Dentro de la habitación, Lorena dormía tranquilamente.
A Juan le pareció que debían ser los más cercanos aquí dentro.
«Soy mejor que la criada con ella, ¿no?»
Así que le quitó el abrigo y la metió en la bañera, intentando que se pusiera cómoda.