Capítulo 128
La voz de Lorena era fría, pero como un piolet cincelaba cada palabra con fuerza en su corazón.

Juan era libre, pero Lorena no.

Pudo que tuviera que revolcarse sola y para siempre en esta tristeza indescriptible.

El bebé al que había renunciado tan fácilmente, cuando ella había contado esa vida contra él y Susana.

Podría haber dicho con indiferencia que todo había quedado en el pasado.

Pero ella no pudo.

¡Era realmente un ángel que había estado en su vida!

Ahora le había devuelto la vida.

Los dos le debía nada a nadie.

Lorena terminó sus palabras.

Juan se quedó paralizado en su sitio, con el cuerpo rígido.

Y su rostro se volvió gris.

Se hizo un largo silencio en la sala.

Fue entonces cuando volvía a oír la voz ronca y áspera de Juan:

—Así que eso es lo que piensas.

Aún le odiaba, a pesar de que le había salvado la vida.

Ese bebé era el abismo entre ellos que no se podía cruzar.

Por primera vez, se sintió impotente, e incluso con todo lo que tenía, simplemente no podía deshacer lo que s
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