Mundo ficciónIniciar sesiónPero ella solo sonrió, más ampliamente que antes. Esa sonrisa, tan dulce a simple vista, era pura provocación. Camila tuvo que contenerse para no lanzarse sobre ella; apretó el tenedor con tanta fuerza que el metal chirrió entre sus dedos. No podía creer lo que estaba viendo. ¿Esa era la misma mujer que solía callar, resignada, cuando la encontraba con Alejandro? ¿Qué había pasado con esa docilidad?
No, no podía permitirlo. Tenía que convencer a Alejandro de que la dejara, cuanto antes.
Sobre todo después de oírla decir:
—¿Es que tenía que volverme ciega para que me miraras otra vez, Alejandro? ¿Para que dejaras a la mujer hermosa que te robó la atención durante los últimos cinco años?
—¡Valentina! —gritó Camila, perdiendo el control—. ¡Cuida tu lengua!
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