Mundo ficciónIniciar sesiónLa risa de Doña Beatriz resonó alegre por toda la habitación.
—Exactamente, querida. Tienes toda la razón. —Aun a esa hora de la mañana, estaba impecable: un blazer color blanco hueso, una falda que le caía justo a media pierna, el cabello perfectamente peinado. Cuando Doña Beatriz Cruz de Herrera elegía un atuendo, lo hacía con la misma dedicación tanto para asistir a un almuerzo con su esposo como para una simple visita. Totalidad, siempre.—Mami se marcha ya —anunció, ajustándose el bolso—. Pueden charlar en el jardín… o, si lo prefieren, salir a dar un paseo.
Elena reflexionó unos segundos.
—Tal vez, Doña… sí.—Sería lo mejor —respondió ella con entusiasmo—. Llévala a tomar aire fresco, le hará bien a su recuperación. Mami está fe







