Capítulo 86— Maldito esfuerzoNarradorSeth cruzó la puerta de la sala de reuniones con su andar habitual: firme, elegante, contenido. En el rostro no se le notaba el cansancio, pero en los ojos sí. Ese peso invisible que arrastraba desde hacía semanas.—Seth —saludó, estrechando su mano con firmeza —Me alegra que pudieras venir.—Siempre es un gusto, Xavier. Gracias por recibirme.—La propuesta está clara —dijo Xavier, volviendo a tomar asiento —Lo que me interesa es la proyección a largo plazo.—Eso es lo que venimos a construir —respondió Seth, firme, sin perder ese tono que lo caracterizaba: claro, directo.Justo en ese instante, el teléfono personal de Xavier vibró sobre la mesa. Él lo tomó con un gesto automático, pero al ver el nombre en la pantalla, sus ojos se oscurecieron por una fracción de segundo.—Discúlpame un momento —murmuró, levantándose.Cruzó la puerta del despacho y se alejó unos pasos por el pasillo, asegurándose de estar fuera del alcance auditivo. Atendió con t
Capítulo 87— No te amoNarradorSimón subió por el ascensor con la respiración agitada. Apenas se detuvo frente a la puerta del apartamento, golpeó con firmeza.—Dalia. Soy yo —dijo en voz alta, manteniendo la calma apenas por fuera. —Esperó unos segundos. Nadie respondió. Golpeó una vez más, más fuerte. —Dalia, necesito hablar contigo.Pero el silencio continuó. Frunció el ceño. Dudó unos segundos, su mano ya había ido al llavero, las llaves seguían allí, intactas, aunque no las había usado desde que se fue.Respiró hondo. Metió la llave en la cerradura y entró. No encendió luces. Cerró la puerta con cuidado. El lugar olía igual que siempre. A limpio, a café, a ella. Alcanzó a percibir un sonido tenue, como el correr del agua. Entonces supo que estaba en la ducha. Caminó hasta el salón y se sentó en el sofá sin hacer ruido. Desde allí, se escuchaba con claridad el agua corriendo en el baño. No había duda: Dalia se estaba duchando.No sabía cuánto tiempo llevaba esperando cuando escuch
Capítulo 88— Desde cero Narrador Él dejó de reír en seco. La expresión se le congeló en el rostro, confundido, casi herido. Pero antes de que pudiera decir nada, Dalia se acercó, levantó una mano y le acarició la mejilla con una dulzura que lo desarmó por completo. —Yo no te quiero, Simón… te amo. Desde el día que me sacaste de aquel puto bar. Simón cerró los ojos un segundo, como si esas palabras fueran todo lo que había estado esperando desde siempre. —Voy a matarte, Dalia —murmuró Simón, con una sonrisa torcida, la voz áspera por la emoción contenida. Ella no alcanzó a responder. Él la tomó del rostro con ambas manos y la atrajo hacia sí con decisión, como si ya no pudiera postergar ni un segundo más lo inevitable. Sus labios se encontraron en un choque lento pero profundo, como si el tiempo entero se hubiese estado preparando para ese instante. Al principio, el beso fue suave, cargado de todo lo que no se dijeron. La boca de Simón se acomodó contra la de ella con una del
Capítulo 89— Un poco de aire Narrador Sosteniendo el telefono entre sus manos mientras permanecía inmóvil sobre su cama, Nebra no asimilaba lo que estaba viendo. ¿Un hijo? ¿Ella esperaba un hijo de Seth Arias? ¿Del hombre del que se alejó por qué simplemente no la amaba? Parpadeando un par de veces sintió como sus ojos se cristalizaron de pronto, mientras un vacío inundó su pecho, y rompiendo en llanto, soltó un sollozo que se escuchó en todo el lugar ¿De verdad ella podría ser madre? ¿La vida le estaba dando una segunda oportunidad para tener lo que una vez le arrebataron? Abrazándose así misma, Nebra no podria parar de llorar, y observando una vez más el resultado de los análisis de sangre que se había realizado previamente que fueron enviados a su correo, sonrió con las lágrimas rodando por sus mejillas —No te imaginas lo feliz que me haces en este instante. Nebra murmuró sintiendo la felicidad invadirla de nuevo después de tantos días llenos de amargura, y colocándose de
Capítulo 90— No hay por qué temerNarrador—¿Y tú? ¿Tienes hijos?Nebra negó con suavidad, pero el gesto instintivo fue más fuerte que cualquier palabra. Bajó la mirada y, sin pensarlo demasiado, pasó la mano por su vientre de forma casi protectora.Mikaela se quedó en silencio por un segundo. Luego, sus ojos se agrandaron como platos y la cuchara cayó de su mano, rodando sobre la mesa.—¡No me digas que estás embarazada! —exclamó, con una emoción tan genuina y desbordante que parecía haber recibido la mejor noticia de su vida —¡Ay, por favor, dime que sí!Nebra abrió los labios, sin saber si reír o llorar. Pero el brillo en los ojos de Mikaela hizo que el miedo se le aflojara un poco en el pecho.No pudo evitarlo. El entusiasmo de Mikaela era tan genuino, tan envolvente, que se le hizo imposible mantenerse en guardia. Sintió que algo dentro de ella cedía, una barrera que ya no tenía sentido sostener.Asintió con una sonrisa temblorosa, apenas contenida por la emoción.—Sí… —dijo en v
Capítulo 91— 7 meses después Narrador7 meses después...Seth no la había buscado en los siete meses que llevaban separados. No porque no la extrañara, no porque no pensara en ella, todo lo opuesto, todos los malditos días lo hacía, sino porque algo en la forma en que Nebra se fue le dejó claro que esa era su decisión. Y si alguna vez la amó, aunque no se lo hubiera dicho, respetarla era lo único decente que podía hacer.No sabía dónde estaba. No sabía si era feliz, si lo odiaba, si lo extrañaba, si pensaba en él. No sabía nada. Y eso, a veces, dolía más que su ausencia.Se concentró en el trabajo, en la rutina, en mantenerse ocupado. Pero no había un solo rincón en su vida que no tuviera su eco. Nebra lo habitaba en el silencio, en la música, en el café de las mañanas. Y él no hacía nada por expulsarla.—En una hora estaré allí... Simón, por favor, no te apartes de él.Finalizó la llamada mientras observaba la estancia de su departamento. Todo seguía igual como ella lo dejó, no habí
Capítulo 92— Haciéndote míaNarrador Drakos acababa de salir de la ducha. Aún tenía el cabello húmedo, despeinado, y el cuello de la sudadera gris se le pegaba un poco a la piel por el vapor que seguía flotando en el ambiente. Iba descalzo, con un viejo jean y las mangas remangadas hasta los codos. Caminaba por el pasillo hacia la cocina cuando escuchó el timbre.Secándose las manos con una toalla colgada del hombro, se dirigió a la puerta. Al abrirla, lo último que imaginó fue encontrarla a ella; Lilian, con el cabello recogido de forma desprolija, una expresión extraña en el rostro y los ojos cargados de cansancio, Durante un par de segundos, ninguno dijo nada. Fue ella quien lo rompió, con una voz suave, casi incómoda.—¿Puedo pasar?Drakos, todavía procesando la imagen frente a él, dio un paso hacia un costado, sin decir una palabra. Solo la miró. Y con ese gesto seco pero claro, le dio paso para que entrara. Cerró la puerta tras ella, aún sin entender del todo qué hacía Lilian
Capítulo 93— Nunca dejé de hacerloNarrador Estaban envueltos en el silencio tibio de la habitación, aún con la piel húmeda, los cuerpos entrelazados y la respiración enredada. Drakos la sostenía entre sus brazos, como si soltarla significara perderla otra vez. Su mano recorría su espalda con una ternura que contrastaba con todo lo que acababan de hacer.Ella tenía la cabeza apoyada en su pecho, los ojos cerrados. Pero él necesitaba hablar.—Te amo —susurró, con la voz tomada —Nunca dejé de hacerlo.Lilian no reaccionó de inmediato. Pero su respiración se volvió más lenta, como si cada palabra la atravesara desde dentro.Magnus bajó el rostro, apoyando los labios en su frente.—Mi vida fue un infierno sin ti —murmuró, con la garganta apretada —No hubo un solo día en que no te extrañara, en que no me doliera todo lo que no pude darte. Te busqué, Lilian… tantas veces… pero si no era Flavio, era Federico. Siempre alguien, siempre tarde.Sus dedos se detuvieron sobre su cintura, presioná