―¿Así nada más?
Asintió con la cabeza.
―¿No te molesta? Pensé que los querías ver arrodillados, pidiendo clemencia y besándote los pies.
―Vaya, ¿me lees la mente, mujer? Acabas de describir mis planes malignos ―Me ofreció una sonrisa arrogante.
―Derek ―Lo reprendí.
―Son tus padres, tus traumas. Tú decides que es lo mejor para ti y que te traerá más tranquilidad en el futuro. Sí quieres encarcelarlos, eso haremos. Eso si, tengo una condición ―dijo con malicia.
―¿Cual?
Si a él no les gustaba mis “peros” yo sé que a mí no me gustaban sus “condiciones”.
―No los denunciaremos hoy. Dejemos pasar unos días, los haré sufrir un poquito y después, los entregaremos a la policía. El vídeo de la cámara de seguridad, el adorno destrozado y