―¿Cuántas veces? ―presionó Derek.
―Unas... cuántas.
Mi madre soltó un chillido, ofendida.
Podía notar la vena que amenazaba con salir de su frente.
Sí mi padre era un narcisista, mi madre era la reina de ellos. Siempre ha sido la más desquiciada para mí.
En su frágil mente donde solo ella importa, la infidelidad, es el crimen más atroz, porque: ¿cómo alguien la va a engañar a ella siendo tan perfecta?
―¿Me estás jodiendo? ―gritó mi madre.
―¿Fue con la misma mujer? ―insistió Derek, que parecía fascinado por sacar a relucir los trapitos sucios.
―No.
―Miserable ―Soltó mi madre.
Él no la miraba a la cara.
―¿Y alguna de esas mujeres la conocía tu esposa?
Robert soltó un suspiró.
―Eran... Miembros de la igles